Se llamaba Asunción Borredá Ferrer, y era miembro del Partido Comunista. Fue concejal desde el 28 de agosto de 1938 hasta el final de la Guerra de España (abril de 1939). En 1942, cuando se le refiere en la “Causa General” por el “delito” que suponía su militancia política, vivía en el número 24 de la calle Trafalgar. Aparece citada en el portal de “Víctimas de la Guerra Civil y represaliados del Franquismo” del Ministerio de Cultura, pero no constan ni imputaciones ni acciones legales contra su persona.
Fue la única mujer en las diferentes corporaciones municipales constituidas durante la II República en Quart. Durante su breve mandato, de escasos siete meses, era Alcalde Ramón Ortiz Verchili (PSOE). Asunción Borredá fue uno de los 12 miembros del órgano de gobierno municipal, compuesto por el alcalde, dos tenientes de alcalde, un síndico, y 8 concejales, y en el que socialistas y republicanos ostentaban la mayoría.
En el PCE de Quart de Poblet (llamado “Radio de Cuart de Poblet”) Asunción compartió militancia con Luis Aguado, Teófilo Bella Martínez, Rafael García (alias “Simón”), Cecilio De la Guía Palomino, Rafael Pertegás, Juan Sancho Badia, Miguel Zahonero Sanchez y los hermanos Bravo (Juan y José). El PCE al que se adscribía Asunción en 1938, no había obtenido representación en las elecciones a Cortes Constituyentes de junio de 1931; contó un solo diputado en 1933, y 17 en 1936, presentándose en las candidaturas del Frente Popular. Según Coll Ferrer, hasta 1936, la presencia del PCE en Quart era prácticamente irrelevante, siendo sus principales militantes los hermanos Bravo.
Fue la Constitución de la II República la que en 1931 reconoció la igualdad de voto entre hombres y mujeres, y por tanto, el verdadero sufragio universal. Pero fue por escaso margen, porque incluso algún socialista notable, como Indalecio Prieto, votó en contra.
La presencia de Asunción Borredá en el ayuntamiento fue numericamente tan testimonial, como la de las tres diputadas (de un total de 465) que en 1931 fueron con distinto signo protagonistas del reconocimiento de un derecho, que algunas democracias ya poseían (Nueva Zelanda desde 1893; Inglaterra y Alemania desde 1918; Estados Unidos desde 1920), y que otras alcanzaron después de la II Guerra Mundial (Francia, Italia, Japón). Aunque en 1932 se reconoció el matrimonio civil y el divorcio, el camino hacia la igualdad no había hecho más que empezar. Asunción Borredá fue sin duda pionera, y era vecina nuestra.