03 noviembre 2015

Opinión para la MH local



El proceso iniciado por acuerdo del Pleno del pasado 28 de julio sobre  Memoria Histórica contempla como parte fundamental de su desarrollo la participación ciudadana. Por eso, y sin más ni menos derecho ni autoridad que nadie me propongo opinar con el sincero propósito de contribuir a una iniciativa, que siendo unánime para los grupos políticos pretendo que sea asumida por el conjunto de la ciudadanía de Quart.

He referido en muchas ocasiones que la trascendencia de la MH está por encima del ámbito partidista; que se trata de una cuestión de cultura democrática tan vital como la salud pública, o tan determinante como la educación. Lo repetiré las veces que haga falta, aunque creo que lo que ahora procede es establecer criterios de actuación, y seguir adelante.

El Acuerdo del Pleno se plantea como un suma y sigue de la llamada “Ley de la Memoria Histórica” (2007), que en definitiva y obviando otros debates legislaba para deconstruir la MH que el franquismo, un régimen ilegítimo y antidemocrático, había establecido atendiendo sus propios intereses políticos. La MH es sin duda mucho más que esa deconstrucción, y sería deseable que en un proceso permanente se abordaran otras cuestiones y otros tiempos, pero no es el caso. De lo que se trata en esta ocasión, sin prisa ni pausa, es modificar esa MH franquista en favor de una MH democrática. Y lo primero es el nombre de algunas calles y centros educativos.

Cuatro cosas:

1. No se trata de revisar el conjunto del callejero: solo los nombres cuya presencia son producto de esa MH impuesta por el franquismo. Es decir: se trata de sustituir los nombres de personas que por su significación o vinculación con el franquismo no merecen ser ni recordados ni honrados, porque fueron juez y parte de un régimen que ningún demócrata puede dejar de condenar.

2. No obstante no todos los nombres rotulados por el franquismo merecen la misma consideración. En mi opinión hay una sola excepción y es la que concierne a los nombres de las personas que fueron víctimas de la violencia política practicada en época republicana. Que dicha violencia fuera producto del clima revolucionario provocado por el golpe de estado militar y fascista, no resta a las víctimas su derecho a la vida, y en consecuencia la conveniencia de ser recordadas por ser protagonistas de una tragedia que con independencia de la adscripción política, nadie en democracia debe volver a sufrir. Por eso Gerardo Paadín, Crescencio Rodilla y Bautista Valldecabres deben en mi opinión mantener su nombre en el callejero, no por haber sido honrados por el franquismo, sino precisamente por ser víctimas de una violencia política que en democracia, repito, absolutamente nadie debe merecer.

3. La evidente desigualdad entre las víctimas republicanas y franquistas no puede compensarse eliminando a las hasta ahora honradas, sino añadiendo al resto, y en definitiva profundizando y desarrollando el Acuerdo que ahora nos ocupa.
La MH democrática que debemos pretender debe ser producto del máximo consenso ciudadano y político posible. Y en principio es la condena del franquismo el único punto de común acuerdo que el Pleno ha considerado, y por mi parte puedo tratar. 

4. Una revisión integral del callejero supondría evaluar históricamente personajes que como por ejemplo el abad Pons de Copons promovieron la expulsión en 1334 de los naturales (musulmanes) de este lugar. Supondría en definitiva someter a juicio la actuación de cada una de las personas que tienen una calle rotulada con su nombre: una tarea ingente, inasumible en el corto plazo y de difícil solución.

Pedro Gascón
Historiador