16 marzo 2022

HABLANDO DE FEDERICA MONTSENY EN QUART DE POBLET

El pasado 7 de marzo 2022, colaboré en el acto de “Total Peace” en Quart de Poblet, contextualizando la proyección de la película “Frederica Montseny. La dona que parla” (Distinto Films. Dirigida por Laura Mañá -2021-) y dirigiendo el posterior debate. El resumen escrito de mi intervención ante representantes de Portugal, República Checa, Italia, Países Bajos y España del proyecto financiado por la Comisión Europea, y de vecinos y alumnos de bachillerato de la localidad, fue el siguiente:


Hubo un tiempo, ya muy lejano, en el que la gran mayoría de personas obtenía su sustento de trabajar por cuenta propia, casi siempre ajena, la tierra. Es difícil afirmar si entonces esas personas eran más o menos felices. Lo que es seguro es que no eran libres, no tenían casi derechos y no existía la democracia.


Después de ese tiempo vino otro, más cercano al nuestro, en el que la gran mayoría de personas obtenía su sustento de trabajar en fabricas, siempre por cuenta ajena. Esas personas eran libres para trabajar en un lugar o en otro, pero tampoco tenían derechos, ni justicia social ni democracia.

Fue en ese contexto que los historiadores llaman “Revolución industrial” en el que surgieron movimientos sociales y políticos en favor de esa gran mayoría de personas, a la fuerza infelices, condenadas a obtener su sustento en condiciones impropias de la condición humana.


TRABAJADORES DE LA LADRILLERA DEL "NEGRET" (1930) Museu de Quart de Poblet.

La llamada “Primera Internacional” fue fundada en 1864 con el objeto de organizar políticamente a esas personas que durante toda la Historia han trabajado por muy poco para beneficio de otros, y que primero fueron esclavos, luego vasallos y en este tiempo de la segunda mitad del siglo XIX proletariado. En la Primera Internacional coincidieron dos visiones ideológicas distintas: la que representaba Marx y Engels, que pretendían la conquista del poder del Estado para actuar en favor del proletariado, y la que representaba Bakunin, que aspiraba a una sociedad libremente asociada sin la existencia de un Estado. Socialistas los primeros y anarquistas los segundos disolvieron en 1876 la organización común, tomando caminos ideológicos y políticos distintos, en ocasiones, demasiadas, enfrentados.


KARL MARX (1818-1883)

Los seguidores de Marx y Engels, socialdemócratas, organizaron su Internacional (llamada “Segunda”) en 1889; los Anarquistas hicieron lo propio en 1922.


MIJAIL BAKUNIN (1814-1876)


En España los socialistas fundaron en 1879 el Partido Socialista Obrero Español y en 1888 el sindicato Unión General de Trabajadores. Los anarquistas fundaron el sindicato Confederación Nacional del Trabajo en 1910, y la Federación Anarquista Ibérica en 1927.


La trayectoria política de socialistas y anarquistas en España fue durante el último cuarto del siglo XIX y el primer tercio del siglo XX distinta, y en ocasiones enfrentada. Los socialistas lucharon por la obtención del poder político al mismo tiempo que por la conquista sindical de mejoras laborales, y los anarquistas recurrían en ocasiones a la llamada “propaganda por los hechos”, a la violencia política que pretendía provocar una situación revolucionaria en la que hacer posible sus aspiraciones ideológicas. En cualquier caso, y en palabras del maestro Julián Casanova “el anarquismo, doctrina política y movimiento social, negación del Estado, defensa de la libertad y de la unión de los estratos sociales más desposeídos. Los fenómenos históricos son más complejos que las etiquetas políticas”.


La II República supuso para los socialistas la obtención de ese poder político con el que aspiraban transformar la realidad social, y para los anarquistas un marco de derechos y libertades en el que poder manifestar legalmente sus aspiraciones. La llegada al poder de la derecha en las elecciones de noviembre de 1933, las primeras con verdadero sufragio universal por reconocer el derecho al voto de las mujeres, supuso finalmente la radicalización socialista, que se manifestó en la Revolución de Octubre de 1934, reprimida militarmente, y que para las elecciones de febrero de 1936 propició una coalición de izquierda, el Frente Popular, que también apoyaron los anarquistas.


CARTEL ELECTORAL FRENTE POPULAR (1936). AUTOR: MARTÍ BAS


Pero será en el contexto del conflicto bélico que provocó el golpe de Estado de julio de 1936, cuando los socialistas, reacios a participar en los diferentes e inestables gobiernos formados desde febrero, asumen en septiembre la Presidencia del Gobierno con el izquierdista Francisco Largo Caballero, que a principios de noviembre integra a varios anarquistas en su gobierno, entre ellos, como Ministra de Sanidad, a Federica Montseny, como reflejo obligado y necesario de la unidad electoral manifestada en el Frente Popular de febrero de 1936.


CARTEL POSTERIOR AL GOLPE DE ESTADO DEL 18 DE JULIO. AUTOR: JAUME SOLÁ


Lo sucedido en España en ese tiempo se enmarca perfectamente en el contexto internacional del llamado periodo de entreguerras: el establecimiento de la dictadura estalinista en la URSS; el auge del nazi fascismo y la timorata “política de apaciguamiento” de las democracias liberales occidentales. Precisamente en ese contexto, ante el decidido apoyo nazi-fascista a los sublevados en España, y el abandono “no intervencionista” de las democracias europeas, la ayuda soviética resultó fundamental y determinante para la hegemonía del Partido Comunista de España, hasta entonces prácticamente irrelevante. Será esa preponderancia comunista (estalinista) la que después de los enfrentamientos de mayo de 1937 provoque la caída de Largo Caballero y su gobierno de unidad que incluía, quizá a pesar de todos, a los anarquistas.


La derrota militar de la II República reunirá de nuevos a los antifascistas (socialistas, anarquistas, estalinistas, trotskistas, republicanos..), en el exilio, en la cárcel o delante del pelotón de fusilamiento. Los primeros años de victoria nazi durante la II Guerra Mundial son parte de la misma dramática secuencia vivida ya en la Guerra de España, en la invasión de Checoslovaquia, de China o Abisinia. En la colaboradora Francia de Vichy, deshonrada de sus emblemáticos ideales por Petain y sus partidarios, se reencontraran Frederica Montseny y Francisco Largo Caballero, en circunstancias tan trascendentales como las que vivieron Bakunin y Marx, pero viendo aún más cerca al enemigo común.


La Historia no se puede cambiar, pero el futuro sí.




Pedro Gascón.

Historiador.