17 agosto 2018

CAUSA GENERAL, MEMORIA Y MENTIRAS





El conocimiento y estudio del proceso judicial franquista conocido como “Causa General” ha sido para muchos historiadores, entre los que me encuentro, punto de partida para la investigación de la represión institucional practicada por el régimen franquista contra sus oponentes políticos; contra las personas, en definitiva, defensoras del orden constitucional y la democracia que suponía la II República española. 

Por Decreto de 26 abril de 1940, publicado con fecha 4 de mayo, se instruía y concedían “amplias facultades” a la fiscalía para recopilar “las pruebas de los hechos delictivos cometidos en todo el territorio nacional durante la dominación roja”. Desde 1940 y hasta el Decreto-Ley de 1969 que declaró prescritos los “supuestos” delitos cometidos antes del 1 de abril de 1939, la Causa General, desarrollada en diferentes secciones y ámbitos territoriales (provincial y local) ocupó recursos y generó un inmenso volumen de documentación, conservada en el Archivo Histórico Nacional y accesible por haberse digitalizado en el Portal de Archivos Españoles (PARES) del Ministerio de Cultura.



La Causa General no es un proceso judicial en sentido estricto, aunque en algunas ocasiones de su desarrollo derivaran detenciones y acusaciones. El relato de los “hechos delictivos” tenía por objetivo principal justificar la sistemática violencia institucional practicada contra las víctimas de un régimen emparentado ideológicamente con el fascismo y el nazismo. El ejercicio concreto de esa represión institucional se manifestó en los procesos instruidos por la justicia militar, en las depuraciones administrativas de funcionarios y enseñantes y en los tribunales encargados de las llamadas “responsabilidades políticas”. 

La Causa General es por tanto, y fundamentalmente, un instrumento propagandístico, que en numerosas ocasiones refiere acusaciones y responsabilidades sin conocimiento ni correspondencia con las establecidas en los tribunales. Sin ni tan siquiera contar con el escaso rigor y garantías procesales de éstos, la Causa General aporta testimonios y declaraciones, de innegable valor histórico, pero que por su origen y objeto deben en mayor medida someterse a crítica hermenéutica y de veracidad.

Personas interesadas en la Historia, pero carentes de titulación, o personas simplemente interesadas políticamente, publican sin el necesario rigor, y en ocasiones con mala fe, acusaciones y testimonios contenidos en la Causa General, pretendiendo justificar, de la misma manera que el régimen franquista, la represión y violencia política sufrida por las víctimas. 



Los innegables asesinatos y crímenes cometidos durante la Guerra por la llamada “violencia revolucionaria” no justifican ni la existencia ni la legitimidad de un régimen contrario a los derechos humanos y a los valores democráticos. La condena de la represión franquista y la reivindicación de la memoria de las víctimas del franquismo tampoco justifica la violencia sufrida por las “otras” víctimas. 

La Memoria (histórica) Democrática, desde posiciones y propósitos de conocimiento científico distingue históricamente entre la violencia política institucional y la popular, pero iguala y considera políticamente de la misma manera a todas las víctimas. La diferencia no está en éstas, sino entre quien utiliza su memoria en favor de los valores democráticos, y quien no. 


Pedro Gascón.

05 agosto 2018

TRECE ROSAS EN QUART DE POBLET






Hoy, que hace 79 años del asesinato de las mujeres que conocemos por las “13 Rosas”, me interroga de buena fe un amigo sobre la razón por la que esas personas tienen dedicada una calle en Quart. A mi amigo, una persona tan común como yo, experto en unas cosas pero desconocedor de otras, como yo, le he explicado lo siguiente:

-Las “13 Rosas” merecen la memoria pública de tener una calle en Quart por decisión de la ciudadanía, que a propuesta de la Comisión Municipal las eligió entre otras posibilidades para renombrar una calle que en virtud de la llamada “Ley de Memoria Histórica” no merecía un franquista, una persona no demócrata en definitiva.

-Las “13 Rosas” fueron víctimas, como otras centenares de miles, de la represión institucional del franquismo. Su “delito”, como el de la gran mayoría de las personas reprimidas, encarceladas y fusiladas, era político. El franquismo, como el nazi-fascismo con el que colaboraba y estaba emparentado, contenía en su propia naturaleza ideológica la eliminación física del oponente político. Al menos 14 personas de Quart sufrieron la misma desgracia que esas 13 mujeres.

-El golpe militar y fascista del 18 de julio de 1936 provocó una guerra, y un contexto de conflicto civil, en el que en ausencia de poder establecido tanto en zona leal como sublevada se cometieron crueldades y violencias contra el considerado enemigo. Al menos cuatro personas relacionadas con Quart fueron asesinadas por la llamada “violencia revolucionaria” republicana: Evaristo Perdido; Crescencio Rodilla; Gerardo Paadín y Juan Bautista Valldecabres.

-Sin justificar de ninguna manera la violencia política, ni ninguna otra, debe diferenciarse no obstante entre la autoría “popular” en tiempo de guerra y la autoría institucional practicada por el franquismo cuando como según anunciaba “la guerra ha terminado”. El franquismo, como manifestó la ONU y las Cortes democráticas españolas, merece ser condenado de manera rotunda y sin reparos por su carácter antidemocrático y contrario a los derechos humanos.

-Ninguna de las personas asesinadas durante la Guerra ha perdido en Quart el honor que merece como víctima de la violencia política, ni le es de aplicación, a buen criterio de la Comisión Municipal, la Ley de Memoria Histórica. En la Memoria Democrática que pretendemos y estamos construyendo todas las víctimas son iguales, y todas las personas tienen el inalienable derecho a la vida. Por eso Valldecabres y Crescencio Rodilla conservan vías públicas a su nombre.



-Que el franquismo utilizara las víctimas de la “violencia revolucionaria” republicana en su favor y provecho, y para justificar su ocupación del poder y represión, no significa que esas víctimas sean indignas de memoria pública. Es la memoria impuesta por el franquismo, y no la de las víctimas, la que en democracia se debe deconstruir.

-El franquismo honró, reconoció y favoreció a sus “Caídos” y reprobó y forzó el olvido de las víctimas de su criminal gobierno durante 40 años. La reivindicación y recuperación de la memoria de esas “otras” víctimas resultaba históricamente necesaria para en la medida de lo posible igualar su consideración pública, y además, evidenciar la innegable crueldad e inhumanidad del régimen. Pero ya es tiempo de iniciar una nueva fase en la que elevar a “asunto de estado”, para responsabilidad y compromiso de quienes nos manifestamos demócratas, la tarea de construir una Memoria Democrática, en la que con rigor histórico, aparcando intereses partidistas y electorales, y con contundencia ética y moral, se definan paradigmas de pensamiento acordes con el sistema político por el que tantas personas dieron tanto. 

A mi amigo lo he dejado pensando, que al fin y al cabo es lo que en este espacio más que ninguna otra cosa pretendo.



Pedro Gascón