06 diciembre 2013

NI LOS MUERTOS SON IGUALES ANTE LA LEY.





De 1936 a 1943 Quart de Poblet fue, como su entorno, y gran parte del planeta, escenario de un alto grado de violencia política. Una violencia provocada y generada por personas que aunque no citemos, tenían nombre y apellidos. Lo sucedido en esos años sigue presente en la sociedad, y en consecuencia en la política. Pero también en el sentimiento de las personas que la sufrieron. 
Hay quien cree, en unas ocasiones por desconocimiento, y en otras por egoista interés, que las viejas heridas deben taparse. Ni en medicina ni en historia es la manera adecuada de curar heridas. 
Una parte de las víctimas de la violencia política de esos años fue honrada, reconocida, y en cierta manera compensada, aunque nada pueda compensar la perdida de una vida humana. El régimen vencedor de la Guerra de España promulgó y legisló muy abundantemente en favor de “sus” víctimas, social y económicamente, y buscó sus cuerpos excavando fosas y cementerios, para que sus familiares pudieron al menos conocer donde se encontraban, y en qué lugar podían fijar su recuerdo.



Por eso, con notoria publicidad e implicación institucional, del 23 de junio al 2 de julio de 1941, ante el fiscal instructor de la Causa General provincial, el médico forense, el inspector de sanidad local, el alcalde, el secretario del ayuntamiento, el comandante del puesto de la Guardia Civil, el juez municipal, el párroco y el jefe de Falange, se procedió a la exhumación acordada en la providencia de 30 de mayo de 1941, removiendo varias fosas del cementerio de Quart de Poblet. 
Desde el 23 de junio y hasta el 27, el 30 de ese mismo mes, y los dos primeros días de julio, se localizaron un total de 51 cuerpos, diez de los cuales eran mujeres. La gran mayoría de los restos presentaban evidencias de haber muerto por arma de fuego, y junto a algunos se recuperaron joyas y dinero. Ninguno de los cuerpos fue identificado ni reconocido por familiares, siendo lógico afirmar que ninguno era vecino de Quart. Casi tres años despues, el 28 de marzo de 1944, se continuaban instruyendo providencias para intentar identificar algunos de los restos.
Fueron las instituciones del Estado quienes efectuaron y sufragaron, en Quart y en toda España, la recuperación de los restos de las víctimas que se consideraron caídas por Dios y por España, y que fueron solemnemente depositadas en mausoleos. Se les dedicó merecidos honores, aunque mientras tanto se siguiera fusilando. 
Muchas víctimas, caídas por la República, o por simplemente no adherirse al golpe militar, no recibieron ni la consideración ni el honor de ser identificadas y sepultadas en cementerios. Fue en el siglo XXI cuando por lógica democrática se iniciaron los primeros trabajos para considerar a todas las víctimas por igual. No creo que nadie pueda oponerse a que todas las víctimas tengan reconocidos los mismos derechos. 

La Historia no es un arma contra nadie, de la misma manera que no lo es la medicina o la física. La Historia es una herramienta con función social, que hablando de muertos, puede intentar erradicar la más inhumana de nuestras constantes históricas: la violencia. 
Las declaraciones del portavoz adjunto del Partido Popular en el Congreso, Rafael Hernando, afimando el pasado 4 de noviembre de 2013 en un medio de comunicación que "algunos se han acordado de su padre cuando había subvenciones para encontrarlo", explica el verdadero problema, acertadamente referido por la viñeta de El Roto: la existencia de un poso ideológico no democrático en su partido, y en él mismo.

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Mientras escribo esta pequeña referencia a nuestra historia se conoce la noticia de la muerte de Nelson Mandela. 
Es cierto que la muerte nos iguala; lo que nos diferencia es como vivimos la vida.